martes, 30 de agosto de 2011

Puksi´ik al / In situ o la reacción humana

«Los colores actúan sobre al alma, en ella pueden producir  sensaciones, despertar emociones e ideas que nos calman o nos agitan y provocan la tristeza o la alegría». 
GOETHE.

El pulso cardiaco es la prueba máxima de que estamos vivos. 

Con la ayuda de la máquina y software especializado en alteración de audio e imagen en tiempo real ( situo al usuario en una caja blanca, para que sea su ritmo cardiovascular el que determine el color que iluminará por entero esa habitación así como el ritmo y la armonía sonora.

La pieza está compuesta por un sensor de pulso cardiovascular, mediante el cual se emite una señal de audio que es transmitida vía radiofrecuencia a la máquina, donde se transforma en los 7 colores elegidos como representativos de los chakras y sus respectivos mantras. Los chakras son, en su definición del sánscrito, ‘ruedas’ o ‘círculos de energía’ en los cuales se condensa, circula y transforma la energía vital de cada individuo. Estos ‘puntos de energía’ están relacionados con puntos específicos del cuerpo humano, y son diferentes en cada usuario, de acuerdo al nivel de exaltación de su ritmo cardiaco, con lo cual la habitación cambia de color.

El objetivo de la instalación es enfatizar el hecho de que estamos vivos al descubrir el ritmo de nuestro interior, caracterizado por el sonido del corazón y su representación colorativa en una habitación que borra toda idea de espacio y tiempo. Al colocar el dedo índice en un dispositivo comienza a generarse la señal de audio, y se da el proceso de transferencia de datos, energía y de sonido.

Este trabajo es el resultado de la beca que me fue otorgada por el FONCA para generar un proyecto en el año 2003 y 2004, y ha involucrado la asesoría de José Luis García Nava, tutor en el área de Multimedia del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, así como de los músicos y programadores Ricardo Cortés, Ernesto Romero y Eduardo Meléndez (talller de Audio del Centro Multimedia del Cenart), y de los ingenieros Juan Galindo, Yurián Zerón y Julio Zaldívar (talller de diseño de interfaces del Centro Multimedia del Cenart), sin cuya colaboración hubiera sido mucho más complicado alcanzar el resultado que he logrado, en términos de construcción del circuito electrónico y de la fabricación de una interfase amigable al usuario.



 

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